Calzo acera amarilla. Timidez.
Fieltro tuberculoso de la tarde.
Torrente de limones en la tez
de las muchachas. Amarillo alarde.
Balumbas amarillas.
Oro de la arboleda. Hierro de oro.
Campo de maravillas a hurtadillas.
Rubio coro
díscolo. Regocijo del otoño
en rosas amarillas. Terca fiesta
de agobiadas cosquillas.
Lajda, desde glaciares, con su moño
votivo, con la enhiesta
vanidad del rigor de las horquillas,
molusco en playa herida
por olas amarillas, en las lápidas
flagela, jubilosa, la caída
de cerriles sifones y las rápidas
vertientes de bautismos optimistas,
que se escurren
por las muelles arterias de las limas
y en prístina mazorca a Lajda acuden.
H
ermana del otoño, venerada,
mis sartales - arpón - amarillean
en tu cabeza: allega
tus horquillas - arpón - a mi cabeza.
La tarde, con sus llamas,
brindará una quimera
de parvedad sobre la mesa grávida,
sobre el hule radiante, hermana Lajda,
sobre el delta de audacias,
sobre el pellizco, sobre las castañas
- negligentes, adrede -, sobre el tronco
del saúco oratorio,
sobre el frugal bochorno
del responso.
Lajda, pleno, el aromo,
solana de tu moño,
campo de maravillas
amarillas,
deshecho regocijo del otoño,
crecerá de mis hombros. |