El mensajero.
Santiago: LOM Ediciones, 2003.

 

 

 

ADORMIDERA

 

 

XLVIII
TECNICA


El boscaje devora, al tañerlo, con sus mimos efímeros;
el boscaje devora, al mirarlo, con sus rizos galantes;
el boscaje no anhela urdir éter. ¡Tentación!: urdir hambre.
Y devora y devora, arrobado, tozudos fugitivos

que se guían por sus serpezuelas y se pierden y rinden
en la verde batalla de oprobio que los ama pudriéndolos.
Hojarasca a hojarasca a hojarasca, se reparten los buitres
del sinople el fornido que duerme sobre el tremedalero

del cazurro boscaje. La tierra ya no aréola o trance:
metalurgia que envidia a la savia centinela: más verde
mientras más amapolas circulan por la mezquina estirpe.

Hacia el boscaje, el éter:
su índigo, más ñeque
mientras mas esmeraldas circulan por la piedra, que gime.

¡Boscaje! ¡Piedra, el éter, y la piedra sólo atina a gemir!

 

David Rosenmann-Taub. El mensajero.
Santiago de Chile: LOM ediciones, 2003, p. 68.