– ... versalles,
inglaterra, el vaticano,
milochocientostreinta...
– Qué
falta de imaginación.
– ¿A qué
te refieres?
– me atrapó el profesor.
– A la famosa universal
historia:
la patrona
que cambia de vestido sólo a veces.
Al menos,
en los cuentos de hadas,
constantemente cambia de vestido.
– La patrona y, por cierto,
sus vestidos no tienen la más mínima importancia.
– ¿Por qué debo estudiarlos y aprenderla?
– Para disciplinarte la memoria
y enterarte
del detestable limbo
en que nos encontramos.
– ¿Podremos escapar?
– De eso se trata.
1935. |