Cortejo y Epinicio.
Santiago: Cruz del Sur, 1949.

 

 

CONTÍNUO ÉXTASIS

XIX

 

Era yo Dios y caminaba sin saberlo.
Eras oh tú, mi huerto, Dios y yo te amaba.

Qué de palpar las cúpulas nombrándote,
hundiéndome en los palios del espacio,
rajándote y orando,
acudiendo hacia tus tempestades.
Mi signo era: ¿te escondes o me escondo?
En largos funerales oyendo tus sandalias,
lamiendo y sollozándote, pero con vastedad.
Qué de palpar las cúpulas nombrándote

Era yo Dios y caminaba sin saberlo.
Eras oh tú, mi huerto, Dios y yo te amaba.

David Rosenmann-Taub. Cortejo y epinicio.
Santiago de Chile: Cruz del Sur, 1949, p. 56.