Cortejo y Epinicio.
Santiago: LOM Ediciones, 2002.

 

 

 

CONTINUO ÉXTASIS

XXIV

Era yo Dios y caminaba sin saberlo.
Eras oh tú, mi huerto, Dios y yo te amaba.

Qué de azotar las cúpulas, nombrándote;
sin lazarillo, tantos territorios,
zanjándote; implorándote, glacial
sol de rencor hacia tus tempestades:
         ¿te escondes? ¿o me escondo,
         celando tus sandalias,
         en largos funerales?
Con los sollozos de mi vastedad
qué de azotar las cúpulas, nombrándote.

Era yo Dios y caminaba sin saberlo.
Eras oh tú, mi huerto, Dios y yo te amaba.


David Rosenmann-Taub. Cortejo y Epinicio
Santiago de Chile: LOM ediciones, 2002.